Una noche del verano pasado, Marta, la madre de Patricia, no llegó a su casa. Ella no se encontraba en un buen estado de salud mental, pero no era común que desapareciera sin decir una palabra. Marta Mendoza nació en México pero vivió en Estados Unidos por décadas, ahí crio a sus seis hijos ciudadanos estadounidenses. Mientras Patricia y sus hermanas buscaban de manera desesperada a su madre por las colonias de Los Ángeles, Marta estaba bajo la custodia del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) y siendo presionada para firmar una “salida voluntaria”, lo que resultaría en su expulsión inmediata a México sin una audiencia de inmigración. Si a Marta se le hubiera permitido presentarse ante un juez, hubiera podido ganar su derecho de permanecer en Estados Unidos de manera legal por sus hijos ciudadanos. Patricia no supo nada de su madre hasta que Marta la llamó desde México, asustada y confundida por lo que le había pasado.